lunes, 22 de marzo de 2010

Diario de una cleaner

Hay veces que el trabajo es un castigo y hoy sentí que fue así. Ayer había barrido y trapeado las cocinas del sótano, el primer y el segundo piso y hoy me pusieron a hacer lo mismo, más las cocinas del tercero y el cuarto. Creo que es el más agotador de los trabajos de este cleaner. Hay que barrer, recoger lo que uno barre, botarlo, y después trapear. Pero antes ‘lavar’ el trapero en un balde de agua con un químico desengrasante. Así que hay que andar con el balde escaleras arriba, escaleras abajo. Es agotador.Yo lo hago tan despacio como puedo. Tengo que hacerlo a ritmo lento porque si termino muy rápido me ponen a hacer más cosas y no, no quiero.

Lo que más se barre en una cocina de un hostal son las cascaritas de la cebolla y el ajo, son difíciles de agarrar en el recogedor y a veces toca perseguirlas por todas partes, y si no se dejan, pues toca cazarlas con la mano. Bueno, con los guantes, porque Csabi, el housekeeper, me dio unos sólo para mí. Pero eso no es lo más difícil. Lo más complicado es sacar las gotas de salsa de tomate del piso, toca trapear duro una y otra vez y hacer mucha fuerza y a mí eso me da mucho dolor en la cintura. Entonces me agacho y con las manos (con los guantes puestos obviamente) cojo las mechitas de la trapeadora como si fueran un trapo y estrego la mancha hasta que salga.

Pero no todas las manchas son iguales, hay una que se van desapareciendo con cada trapeada y otras que se despega todo el circulito completo, y en ese caso, en vez de trapearlas hay que barrerlas. Un día de estos, voy a hacer el experimento de cuánto tiempo toma que la salsa de tomate se ponga en ese estado. Me imagino que eso cambiará de una marca a otra. Bueno, y en eso también influye la temperatura de la cocina, porque hay unas que son más calientes que otras.

Hoy estuve charlando con dos colombianas. Las dos trabajan como niñeras, cuatro horas diarias, y aunque no están muy contentas con sus trabajos, están tranquilas de no tener que hacer cleaners. Una de ellas me dijo: “en Colombia nadie le dice a uno que esto es así de duro, todos dicen que aquí es súper fácil conseguir trabajo, que lo duró está es en Estados Unidos”. Me contó que una conocida suya que no hablaba ni jota de inglés le había dicho que había conseguido trabajo de cajera de Burger King, desde el primer mes que llegó aquí. “Y ahora que estoy aquí sé que eso es imposible”. “Es que los colombianos son muy creídos y ninguno va a llegar a contar que estuvo lavando baños, llegan a decir que en Londres uno se la gana de ojo. Yo trabajé seis meses como cleaner y había veces que me quería poner a llorar”. “Es que la situación está difícil. Nosotras tenemos una tía aquí que lleva mucho tiempo y nos dijo que cuando ella llegó no tenía que hacer limpiezas, que les salía ‘nanis’ por todas partes, en cambio ahora…”.

Mientras hablaba con ellas llegó Mario, el manager y yo me asusté, porque hoy había estado realmente lenta, pero él iba a mostrarle otra cosa a un trabajador del hostal, y de paso, me dijo que cuando limpiara las cocinas del primer piso, aspirara la más grande, la que tenía alfombra. ¡Más trabajo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario