miércoles, 10 de febrero de 2010

Zulma Norma









Hace un mes trabajo en un hostal como voluntaria. Ellos me dan la acomodación y dos comidas al día y yo a cambio trabajo 20 horas a la semana. Me toca hacer de todo: cambiar camas, recoger la basura, barrer y trapear las cocinas, etc. Valga la pena aclarar que no hago todo eso al mismo tiempo, no, un día hago una cosa y al otro día hago otra. No voy a discutir de si es buen o mal negocio. Lo cierto es que vivo en South Kensington, en el centro de Londres (zona 1), comparto cuarto con otra mujer (hasta el lunes una taiwanesa, estoy esperando que llegue otra no sé de qué nacionalidad) cerca de mi escuela, y no sufro por conseguir la plata de la renta cada mes. Estoy cómoda.
La semana pasada estuve reemplazando al housekeeper (amo de llaves) y pasé varios ratos tranquilita leyendo ‘Persépolis’ en la recepción, pero hoy él regresó de sus vacaciones y yo volví al ruedo. Me tocó aspirar corredores, una cosa que no hace rato, sudé y casi muero del tedio. Volver a lidiar con el cable que se enreda en todas partes, cargar la aspiradora escaleras arriba, escaleras abajo, no es muy interesante. Pero no todos los días son tan aburridos en la vida de un cleaner y para demostrárselo transcribo un pedazo de lo que escribí en mi diario, 12 días después de llegar a esta ciudad:
Hoy fue mi primer día oficial como cleaner en Londres. Trabajo en la Universidad de Westminster, en Oxford Circus, en el centro de la ciudad, y se suponía que tendría que limpiar el tercer piso. Pero Nelsa, una dominicana gorda y culona como de 40 años, llegó primero que yo, empezó a hacer mi trabajo y cuando la supervisora la mandó a lavar baños no le dio la gana. Así que me pusieron a mí esa tarea.
Maritza es la supervisora, es una caleña que lleva mucho tiempo en Inglaterra y machaca el inglés con bastante fluidez. A ella no le gusta trabajar con rolas porque (según ella) son flojas para trabajar, y creo que me vio cara de floja, porque cuando me vio me pregunto que si venía de Bogotá. Pero no, yo soy paisa (de Medellín). Andrés, el ecuatoriano que me dio el trabajo, me había asegurado que no tendría que lavar baños, pero él ahora está de paseo en Francia, así que no pude alegarle nada. Tampoco quise confirmarle a Maritza que soy floja, así que me armé de valor y fui al basement dónde Maritza dijo que me darían instrucciones.
Allá estaba Zulma Norma, una boliviana que lleva cuatro años en Londres, tiene el pelo tinturado cepilladito, muy bonito, y unos lentes de contacto brillantes, de color miel, que parecen que se le fueran a salir en cualquier picada de ojo. Tiene unos cuarenta años y ya ha pasado por las duras y las maduras. El primer año que estuvo aquí no tenía cuenta bancaria ni idea de cómo abrir una, así que le pidió a un paisano que le prestara la de él para que le pagaran el sueldo. El tipo le hizo el favor pero nunca le entregó ni una libra.
Zulma Norma me preguntó “¿Tú vas a estudiar o a trabajar?” Y yo le respondí que las dos cosas. Pero ella me dijo que eso no era posible. “O estudias o trabajas. Tú vas a conocer la plata y no vas a querer dejarla. Yo también llegué como estudiante y pregúntame cuántas veces he ido a la escuela. Era más lo que dormía que lo que estudiaba, qué me iba a quedar yo allá pasando vergüenzas, cabeceando en clase, nooo”.
Zulma Norma tiene un hijo de 9 años que no ve hace cuatro. “Lo veo por internet todos los días”. Lo dejó con una tía de ella, a la que él le dice mamá. “está contento porque ya casi me devuelvo. Me iba a ir en diciembre, pero me salió un negocio entonces me voy a quedar hasta marzo”. ¿Qué negocio? “un negocio…”.
Ambas entramos a las 6 de la mañana, pero Zulma ya había empezado su jornada mucho antes, desde la noche anterior. Tiene un cleaner nocturno, donde le pagan a 7,50 libras la hora (eso es súper bien, a mí me la pagan a 6) pero no está muy contenta. “Esos negros cuando te quieren joder te joden. Yo ya salía del trabajo y un negro de allá me dijo los baños estaban sucios. Tú acá nunca puedes alegar nada, yo sabía que estaba limpios, pero le hice caso y me fui otra vez dizque a limpiarlos, me puse a leer el periódico, vacié los sanitarios y le dije que ya los había lavado, y él me dijo ‘muy bien ¿cierto que estaban muy sucios?’”
En la Universidad, Zulma Norma tiene que limpiar el gimnasio y empieza por el baño de hombres porque son los primeros en llegar, “no les importa si tú estás ahí, ellos se van quitando todito”, entonces es mejor acabar rápido y ‘jubar’ (aspirar) el piso para que sea más rápida la mopiada (trapeada, fregada). Como hoy es lunes hay que lavar las duchas y Zulma Norma me pregunta si traje otros zapatos. Yo le respondí que no, entonces me pidió que me saliera porque ella iba a empezar a echar agua con la manguera y me mandó a jubar el baño de las damas.
Todavía no le cojo el pasito a la juba (como me lo enseñaron mis flatmates colombianos, de diez, ocho trabajan como cleaners), sé que tengo que cogerla por el mango con la mano derecha, cruzarme la manguera por la espalda para poder arrastrarla el motor con la mano izquierda, pero todavía me enredo mucho con el cable. Terminé y pa’ adelantar me puse a limpiar los espejos con un trapo blanco de rayas rojas. Cuando Zulma llegó me pidió que le ayudara con los sink (lavamanos) así que cogí otra vez el trapito blanco de rayas rojas y antes de empezar a limpiar ella me detuvo: “¡No!, ese es solo para los sanitarios”. Obviamente no le conté que ya le había dado otro uso al mismo trapo. Ojalá que a ninguna universitaria le dé por darle besitos a los espejos. Con tanta conversadera, hoy me salvé de lavar baños.

3 comentarios:

  1. Que maravilla que las ideas no se vinagren en la cabeza y puedan ser vistas por los demás. Felicitaciones Cache!

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  2. Y se hizo la luz !!!! Me alegra poder leer sobre tus aventuras. :P

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  3. Aunque tardé en leerlas no tardé en digerirlas, creo también que tardaste en empezar a publicar, y la ventaja de leerte es que antes de iniciar ya uno sabe que le va a gustar, lo malo es que termina y quiere uno más...

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